La desinfección consiste en la eliminación de microorganismos patógenos (virus, bacterias y hongos) que habitan en los ambientes, superficies o sistemas de agua, que resultan nocivos al ser humano y fundamentalmente conseguimos extinguir con agentes químicos.


El objetivo principal de toda desinfección es mantener los niveles de contaminación microbiana dentro de los límites considerados aceptables.

Toda desinfección debe ir precedida de una eficaz limpieza e higiene.


Las técnicas de aplicación van desde la más básica (impregnación) asociada directamente a la limpieza, a la más compleja (la pulverización sobre superficies contaminadas), o incluso tratamientos por vía aérea (nebulización).

 

¿Cuándo es necesaria una desinfección?

Siempre en aquellos sitios donde se produce contacto directo de la piel sobre superficies posiblemente contaminadas. Zonas como vestuarios, aseos, piscinas, jacuzzies, saunas, lugares donde se manipulan alimentos para el consumo humano, salas de despiece y zonas de preparación de alimentos.


Existe otro tipo de desinfección, como la de quirófanos y salas blancas de hospitales que requiere niveles muy altos de asepsia.


Asimismo, en lugares donde hay acumulación de agua existe la posibilidad de desarrollo de microorganismos que suponen un peligro para la salud, bien sea por infección, contacto o inhalación.


Estos tratamientos de desinfección de agua están relacionados directamente con el control y prevención de legionela y con la higienización de sistemas de agua (agua de consumo humano y agua industrial o de proceso).


Los equipos de aire acondicionado también son los responsables de la transmisión de numerosas enfermedades por la acumulación de gran cantidad de microorganismos en el interior del sistema y su facilidad por tanto de dispersarlos.


Estos tratamientos se conocen como tratamientos de calidad ambiental.